“Siempre quise jugar en la Unión; lucir esa
camiseta, notarla,
saltar a un césped con ella; me hubiera bastado
un minuto;
poder plasmar mi nombre entre aquellos que
sí lo hicieron,
aunque fuese el último de la lista.”
Ángel Martín Fuentes (1977- )
Corría 1990 y agotaba mis pobres
posibilidades de lograr ser futbolista en el campo de cemento de futbol-sala que
construyeron en el viejo patio de arena del Colegio Maestro Ávila de Salamanca.
Una mañana de sábado, como tantas
otras, calcé mis deportivas y ajusté mis medias, con esa ilusión del que soñaba con fútbol a cada
instante; con la única finalidad de poder jugar unos minutos.
Venía el líder en aquel momento,
el equipo del "Juan Jaén" y como yo era de los malos, sabía que las posibilidades
de lucir medias, si el partido estaba igualado, eran remotas.
El entrenador era Manuel, joven
universitario, estricto, algo vehemente en ocasiones, pero con un buen manejo
de un vestuario lleno de deshechos de tienta futbolística menores de 15 años.
Ahora entiendo mejor que ser
entrenador de escolares no es sencillo, sobre todo cuando contemplas la
diferencia técnica de unos y otros y moralmente estás obligado a que todos
jueguen un poco. No les quito mérito.
Pasaron los minutos, calenté hasta
tres veces… Y en el ocaso de un partido ya decidido, me mandó salir. En
aquellos tiempos se jugaba a reloj corrido en aquellas categorías; y un
desafortunado balón largo perdido en banda de un patio descomunal hizo de
puntilla. No me dio tiempo a llegar al centro del campo, llevaba menos de diez
zancadas dentro; cuando el árbitro pitó el final.
Desde la dureza de un momento que
aún recuerdo sonrojante… hoy imagino, y hasta sonrío visualizándolo; que si
aquello hubiera sucedido en un partido de la Unión; y yo hubiera sido un
canterano debutante, lo hubiera dado por bueno; me hubiera bastado para cumplir
el sueño, lucir aquella camiseta, aquel escudo; pisar un césped con ella,
tocarlo, persignarme al hacerlo… porque aquel hecho en sí, si hubiera sucedido
de aquella forma, por su grandeza, por su significado para mi, hubiera estado
por encima de los sonrojos.
Pasó el tiempo, y agotadas las
posibilidades de lograrlo por la vía reglamentaria futbolística del canterano
cuando uno va cumpliendo años; sólo quedaba soñar en los veintimuchos o treinta
y pocos; con encontrar a un Harry Redknapp de
turno que se girase desde el banquillo en uno de aquellos partidos
amistosos de pretemporada por la provincia, y me hiciera “debutar” como aficionado
unionista del mismo modo que sucedió con Steve Davis en las filas del West Ham
en el 94: (Ved el maravilloso Informe Robinson: La leyenda de Tittyshev).
Pero ni Caturla, Redondo, Rezza,
Joanet, Lillo… fueron Redknapp, ni el que os escribe nunca fue un hincha impertinente
como Steve Davis aquella tarde en el Court Place Farm del Oxford City.
Ya por encima de los 40 la cosa
es todavía más complicada… ¿existen vías para poder sentir ese escudo en el
pecho y acercarse a la historia de la Unión de alguna manera en el sentido que
os comentaba, en este momento?...
Este blog me ha permitido tocar
el cielo del unionismo infinidad de veces, hasta niveles impensables cuando
empecé; lograr acercarme personalmente a figuras futbolísticas del club de mis
amores; y mucho más después de la desaparición del mismo, haciendo recíproco un
cariño mutuo entre exjugadores y el que os escribe.
En mi última visita a Salamanca,
el jugador con más partidos disputados en la historia del club, el hombre que
más encuentros ha llevado ese escudo en el pecho; me hizo un regalo.
Con un “No podría estar en mejores manos…” Don Enrique Miguel Martín, al
que conocí personalmente en Madrid con motivo de la entrega de los Zamoras de D’Alessandro,
me hizo llegar una camiseta original de la Unión Deportiva Salamanca del 82…
usada por él.
No creo que haya nada que pueda
superar algo semejante; y no visualizo en el hoy; con una Unión Deportiva Salamanca
desaparecida, nada que pueda parecerse más a haber lucido esa camiseta en algún
momento, que conservar y poder apretar entre las manos una original usada en los años dorados del club.
De momento luce enmarcada en mi “Buhardilla de los sueños”… no tuve valor
para probármela… Quizá algún día abra el marco… ¿debo hacerlo?... y
pueda "vengar" así a Manuel, el míster de escolares, o lucirla como el “búlgaro” Tittyshev, siguiendo instrucciones de Enrique Miguel, que me
dio esta oportunidad impagable, y sentir por fin su escudo original en el pecho
y poder cerrar el círculo, otro… éste como debutante imaginario en la Unión
Deportiva Salamanca; cerrando los ojos, como niño que sueña, como lo que sigo siendo…
Gracias Enrique, no pudiste
hacerme más feliz.