Hoy al abrir la puerta para cruzar el umbral de casa y salir hacia el trabajo tras los días de descanso navideño disfrutados; me sorprendió el frío.
La escarcha y su paisaje blanco "nevado", había poblado todo lo que divisaba ante mis ojos; sin avisar; pues de esta manera hasta hoy, no se había dejado ver el hielo por estas tierras.
Camino del hospital, con las manos en los bolsillos, la bufanda anudada firme al cuello; y mientras afianzaba las pisadas sobre la acera resbaladiza bajo la niebla; tuve la necesidad de inmortalizar aquel momento (imagen superior) para llevarlo al Blog; porque a la vez que caminaba con la mirada baja pendiente de ese suelo blanco que lo cubría todo; me acordé de ti...
Tengo el pequeño defecto de redundar sobre pensamientos pasados, quizá sea al no poder tenerla en presente, de esos que se evocan en determinados momentos y emanan de forma automática como recuerdos vinculados.
La escarcha, su sonido bajo mis pies; ese frío húmedo de la niebla baja que esconde el sol durante horas y la protege, la abraza... me recuerda a ti sin remedio.
Y mientras me alejaba calle abajo esta mañana temprano, buscando el cruce de la circunvalación que separa la ciudad en dos y la hace más cálida; envuelto en la niebla, en el frío, sobre la escarcha; en ese decorado blanco que hoy me sorprendió de repente, me imaginé allí abajo con ustedes; con las botas anudadas fuerte al tobillo con dos vueltas de cordón, corriendo con Robi, con Pita, cubriendo el palo como Iglesias; saltando con Víctor, achicando con Rezza, volando con D'Alessandro... pisando escarcha, devolviendo el balón, envuelto en niebla...
Igual que tantas tardes en las que el blanco y el fútbol, en estos meses de frío, me llevaban a ti y en él te transformabas...